Un ejercicio perfecto. 18 segundos perfectos. Un 10 perfecto. Un recuerdo perfecto para la eternidad.
Arriesgó su vida para huir del régimen comunista. Caminó horas y horas atravesando bosques y lagos congelados
18 de julio de 1976, el día que cambió la historia de la gimnasia, y posiblemente el deporte olímpico y mundial. 18 segundos de ejercicio en barras asimétricas. Y una salida “PERFECTA”, el “vuelo perfecto”: el pecho vertical, las alas desplegadas y piernas estiradas en lo alto. “Sabía que tenía la capacidad de lograr una rutina perfecta, pero prepararte para ello en un entrenamiento y hacerlo enfrente de 15.000 personas son dos cosas diferentes”
La anécdota es que el marcador puntuó 1.0, no estaba programado para puntuar la perfección. “Es imposible la perfección” decían. Pero Nadia mostró la perfección del ser humano. “Para mí era lo máximo. No podías hacerlo mejor que eso”.
Además realizó en esa misma olimpiada una salida a la que se le pondría su nombre. Fue la primera mujer en realizar el doble mortal de espaldas en la salida de su ejercicio de asimétricas, algo imposible hasta que ella lo hizo. Y fue la primera persona en hacer la voltereta seguida de un látigo en ejercicio en barra. Todo un prodigio.
Encumbrada a la categoría de héroe nacional, Nadia Comaneci pasó a la Historia, por lo que consiguió en Montreal’76, siete “10 perfectos” y tres medallas de oro. “Yo siempre dije que deseaba ganar una medalla olímpica y gané nueve”. Además obtuvo cuatro medallas del Campeonato Mundial y doce del Campeonato Europeo.
Es la mujer más reconocida de la historia de los Juegos Olímpicos y del deporte, y la mejor gimnasta del siglo XX. Además fue condecorada dos veces con la Orden Olímpica. Ella era la “mujer 10”, la “mujer perfecta”. Todo el mundo quería ser como ella. Era la ídolo de millones de personas que la admiraban. “El éxito en deporte es la repetición. Tienes que hacerlo muchas, muchas, muchas veces”.
Pero lo que nadie sabía era que su vida era un verdadero sacrificio diario, con entrenamientos interminables, horas y más horas, apenas tenía amigos ni le dejaban comer. E incluso su entrenador Béla Károlyi usaba la violencia psicológica. Perdió su infancia.
Vivía en un País comunista donde Ceaușescu daba las órdenes y todos obedecían. Su propio presidente la tenía completamente vigilada, la seguían, revisaban sus cartas, sus llamadas, e incluso le prohibieron salir del País. “La habilidad que desarrollé en esa época fue la de sobrevivir de muchas maneras diferentes”.
Hasta que un día de Noviembre de 1.989 decidió huir, no aguantaba más, ella quería libertad “He dejado atrás un confortable apartamento, un coche y una seguridad financiera, pero no hay nada que valga más que la libertad”.
Arriesgó su vida para huir del régimen comunista. Caminó horas y horas atravesando bosques y lagos congelados, hasta llegar a Hungría, de ahí a Austria y, por último a Estados Unidos. Y siguió luchando por su libertad hasta que, por fin, conoció al hombre de su vida, con quien se casó y ayuda a niños a través del deporte el deporte.
“Yo nunca tuve grandes sueños porque si no los conseguía, me sentía decepcionada. Siempre me propuse pequeñas cosas para conquistar”. Así piensa Nadia, y eso le llevó a ser la mujer perfecta, la verdadera mujer 10.
Aaaadiós