No es lo mismo conocer las características técnicas de un producto al detalle y saber las grandes ventajas competitivas de los mismos respecto de la competencia, que saber cómo venderlas o transmitirlas a los clientes o inversores. Es por ello que las grandes multinacionales buscan ambos tipos de trabajadores para sus departamentos.
Para mí la virtud está en saber compaginar ambas facetas, o en saber asociarse con las personas adecuadas
Vivimos en la época de la especialización, saber hacer una sola cosa a la perfección. Pero no podemos olvidarnos que la era de la información en la que estamos nos obliga tener habilidades para ambas tareas. Los marketinianos hablan de la imagen de la marca, pero no solo de la empresa, si no de la marca personal, la imagen que transmitimos como persona en todos los aspectos de nuestra vida.
Cada vez que nos reunimos entre amigos, con la familia, cada vez que vamos a una reunión de trabajo, cada vez que asistimos a congresos… en todos lados es importante la imagen que proyectamos en los demás. Por eso es vital saber cómo “vender” esa imagen. Utilizar frases adecuadas, colocarse de forma apropiada, intervenir en los momentos adecuados…
Por eso me hace gracias cuando hablo con algunos amigos y conocidos y me dicen que su función no es vender, que ellos pertenecen a departamentos internos. ¡Qué equivocados están! A día de hoy solo los funcionarios pueden permitirse esas palabras en el plano laboral. Un profesional que trabaje en una empresa privada debe aprender a usar técnicas, herramientas y debe preocuparse por mejorar sus habilidades sociales y comerciales ¡¡¡TODOS VENDEMOS!!!
Pero ¿qué es lo que más se valora en las organizaciones? Se dan muchos casos en los que emprendedores se pasan meses y años en el diseño y fabricación de nuevos productos, conocen perfectamente todas las características técnicas, propiedades, aplicaciones, etc. Pero cuando se enfrentan a inversores o clientes, no saben cómo transmitir los grandes beneficios de sus productos o servicios. Por lo que no consiguen un solo euro de facturación y ven cómo se esfuman todas sus ilusiones.
Por el contrario hay auténticos maestros que sin conocer apenas nada del producto, son capaces de convencer a los inversores, bancos, bussiness angels, clientes para que inviertan o compren sus productos. Pero desde mi punto de vista hay que tener mucho cuidado con los maestros “vendedores de humo”, personas que parecen saberlo todo, pero que no hacen más que engañar. Ese perfil se cuela en muchas organizaciones que no hacen más que perjudicar la marca e incluso el sector concreto, como pueden ser las telefonías o las inmobiliarias.
Entiendo que no se puede saber de todo, por eso me hago la gran pregunta ¿Qué es mejor conocer el producto o saber venderlo? Para mí la virtud está en saber compaginar ambas facetas, o en saber asociarse con las personas adecuadas y entre todos sean capaces de sacar adelante los proyectos.
Y para los empresarios que solo pueden permitirse contratar a uno de los dos tipos ¿qué es mejor? ¿Que sepan o que sepan vender?
Aaaadiós